En una extensa charla con Cadenas de Valor, por Radio Nacional Concepción del Uruguay, el titular de Soychú, Franco Santángelo, se refirió al impulso que necesitan básicamente las granjas de producción para tecnificarse y reconvertirse.
¿Cuáles son los principales desafíos de cara a los próximos meses?
“Siempre digo que soy bastante optimista, la avicultura es una producción de carne de muy alto rendimiento que realmente puede competir con cualquier otra carne, si se hace intensivamente, por eso tenemos que seguir teniendo la posibilidad de competir. Después hay vaivenes de mercado por sobreoferta, por menos demanda, por alguna exportación muy conveniente que impulsa una demanda adicional. Vengo sosteniendo hace más de cinco años es que si queremos hacer una avicultura sostenible tenemos que trabajar para la eficiencia y ese es el gran desafío que tenemos por delante. Creo que no lo podemos hacer solos, tiene que venir de la mano de una política nacional, que algo se viene haciendo, pero que por ahora no es suficiente. Tenemos que tecnificarnos y, sobre todo en las granjas mucho más que en las plantas de faena que lo fueron haciendo. Siempre falta algo, pero estamos bastante más avanzados que lo que son las granjas”.
-Además de la pandemia, paralelamente aparecieron otras cuestiones sanitarias que, como la hepatitis, tienen lugares de localización muy particulares en la provincia de Entre Ríos. ¿Cómo están atravesando estos problemas?
“En cuanto a la pandemia transitamos con bastante riesgo y afrontamos situaciones trabajando más despacio porque la producción nuestra no se puede parar, un frigorífico no se puede cerrar. Pudimos seguir trabajando con menos gente y, de alguna manera, avanzamos y salimos adelante en un mercado con vaivenes. En un primer momento ayudó mucho el consumo ante la incertidumbre pero después el mercado se estabilizó”.
“En cuanto a la hepatitis, es una enfermedad que volvió bastante y que hizo subir los costos seguramente a unos más, algunos menos, pero es la realidad. Estamos trabajando para lograr la vacunación, como en otros países, con Senasa y gente de un laboratorio nacional. También hay vacunas importadas, por lo que se está trabajando para mejorar. Seguramente algo influirá en el costo de producción, sobre todo en las granjas. Pero la avicultura es tan generosa que va ajustando sola; más hepatitis, más mortandad y con ello menos oferta. De alguna manera, el costo se tiene que recuperar en el precio”.
-¿Cómo está Soychú en el plano local y también respecto a las exportaciones?
“Estamos bien, aunque siempre relativo comparado con otros colegas de la avicultura. Me gustaría tener mucha más eficiencia, cosa que no es tan fácil. Y con respecto a la exportación no somos grandes operadores porque pensamos que no es el gran negocio por ahora. Entonces estamos con muy bajo nivel. Los precios internacionales están caídos y no llegamos con la eficiencia para competir mejor o igual que en el mercado interno. Volviendo a lo anterior, necesitamos eficiencia, sobre todo para competir, no sólo para competir en exportar, sino que en una economía normal o semi abierta, o aún abiertas, tenemos que competir contra la importación que pueda venir en algún momento; tenemos que ser más eficientes”.
– ¿Cómo es la estructura productiva de Soychú en Argentina?
“Soychú tiene su planta principal donde nació, en la ciudad de Gualeguay, provincia de Entre Ríos. Es la que más volumen produce en la Argentina. Tenemos la planta de incubación también allí y una planta de alimento para Entre Ríos. En Buenos Aires tenemos otro frigorífico, una planta de alimento para esa provincia y después granjas de reproductoras en La Rioja y Entre Ríos. También somos socios de la cabaña New Gen, junto con otra empresa colega, situada en San Luis. Tenemos distribución, sucursales de venta en varias localidades del país, entre otras, Rosario, Mar del Plata, Chaco y Córdoba, además de la central en CABA”.
-Respecto de los números de la avicultura en general, quiero consultarte sobre el maíz. ¿Cómo se las arreglan en esta puja?
“La única forma que puede enfrentarse eso es con el mercado y eso significa que tenemos que pagar más que la exportación o igual. Muchas veces, en las mismas condiciones que la exportación, no nos venden al mismo precio. Es una costumbre que habrá que ir cambiando, ya que con las mismas condiciones de pago que Rosario no nos venden al mismo precio. De una u otra forma se logra el abastecimiento para un mercado que hace pagar más que lo que vale la exportación. Como dice un economista, se transita entre el miedo y la ambición”.
-¿Cómo pensás que evolucionará la relación con la integración?
“Creo que todos tenemos que tomar conciencia de cómo es la salida. Si nosotros comparamos contra otros países tenemos que analizar lo siguiente: básicamente no podemos trabajar con los resultados productivos que se están trabajando y pretender cobrar como si fuera otro país. Esto es algo que no podemos dejar de costado y mirar para otro lado. No es una compraventa, es un servicio. Los integrados son los prestadores de servicio, el producto es de las integradoras y el riesgo también. El integrado tiene que cobrar la tarifa que merece, pero tiene que tener los resultados que nos merecemos como país, no como industria. Por otro lado van a tener que llegar en promedio a tener un volumen, como cualquiera en el mundo. La situación a resolver es esta: tenemos que lograr buenos resultados y un volumen, en cada unidad productiva que la haga rentable”.
-Hace algunos meses se anunciaron distintas líneas de crédito para el sector avícola. Esto sirve para impulsar al sector?
“Como empresa grande podemos tomar a una tasa un poco más alta. Es una tasa de alguna manera subsidiada. Pero como le pasa también a los integrados, cuando ve una tasa de veinticuatro por ciento, miran los números y les parece que no van a llegar. No hay tanta plata y no es sencilla la gestión al momento de hacer los trámites, sobre todo para los minifundios. Está bien pero debería ser una política de largo plazo”.
-Se anunció la posibilidad de arrimar un poco de dinero para unos cien galpones en todo el país, cuando se necesitan alrededor de mil. En materia de estructura, ¿cómo han hecho para consolidar la incorporación de tecnología?
“Siempre digo que más del ochenta por ciento de las inversiones en Argentina siempre fue de utilidades o de ahorro de costos. Los frigoríficos están bastante en condiciones y en las granjas se hizo también, pero es un espectro muy grande. No podríamos abarcar todas las granjas. En su momento compartimos créditos nosotros a los productores para ir tecnificando. Pero el avance de la línea genética ya no sé ve reflejado en proporción porque no tenemos estructura. Para un modelo, basta visitar Brasil y ver los resultados”.













